Caffe Reggio abrió sus puertas por primera vez en 1927 en el 119 de Macdougal Street, en el Greenwich Village.
El capuccino italiano fue traído a los Estados Unidos por el fundador de este café, Domenico Parisi , a principios de los años 20. Por lo que, Caffé Reggio, se convirtió en la primera cafetería de los Estados Unidos en servir este tipo de bebida.
Dentro del local todavía se encuentra la máquina de café espresso original, fabricada en 1902, que Domenico Parisi compró con sus ahorros cuando abrió el café en 1927.
Esta máquina de café de cromo y bronce es, sin duda, la posesión más preciada del Caffè Reggio y de su fundador. Según un artículo del Herald-Tribune de 1945 , Parisi trabajó como barbero durante cuarenta años para ahorrar los 1.000 dólares necesarios para comprar la máquina y enviarla desde Italia. No dejaba que nadie más la tocase; incluso, cuando estaba enfermo, prefería que ésta estuviese apagada.“Necesitas ser un experto para poder usarla”, decía Parisi en el artículo del Herald-Tribune.
La máquina ya no está en funcionamiento, pero cuenta con un espacio privilegiado dentro de la cafetería. También, es importante mencionar otros elementos de interés del Caffè Reggio, como un banco, supuestamente, propiedad de los Medicis que contiene el escudo de la familia y una pintura del siglo XVI de la escuela de Caravaggio. Y, si esto te parecía poco, aún hay más: el ventilador del techo, que aún funciona es, en realidad, atrezo de la peli Casablanca.
Esta cafetería también es importante en el mundo literario, artístico y filosófico pues es, y ha sido, un lugar de reunión para escritores, artistas y filósofos de todas las edades.
Por otro lado, ha sido escenario de numerosas películas y de momentos protagonizados por personajes relevantes de la historia. Si hablamos de cine, podréis ver esta histórica cafetería en: El Padrino (Parte II), Next Stop: Greenwich Village, La carta del Kremlin, Shaft, Serpico (no aparece en pantalla pero se hace referencia a la cafetería), The Next Man, Mi Nuevo Jefe, A propósito de Llewyn Davis, El Sol también es una estrella y muchas más.
Por último, también os diré que en 1959, el entonces candidato a la presidencia de Estados Unidos, John F. Kennedy, pronunció un discurso a las puertas de esta cafetería.
En el pasado, el café no siempre sirvió comida, pero ahora sí. Y a MUY BUEN PRECIO (bajo mi punto de vista), algo importante en esta ciudad.
¿Vale la pena ir? Sí, sí y un millón de veces sí. Cuando visitéis la ciudad, o si estáis aquí, apoyad estas joyas del pasado, es importante preservar estos lugares pues, al fin y al cabo, son esencia e historia viva de NYC.
¡Hasta pronto!